La música física retoma protagonismo en el mundo entero con los LP

Los Long Playing, mejor conocidos como LP, vinilos o acetatos, fueron el formato musical rey a mediados del siglo XX, instalándose como el centro de la experiencia auditiva tradicional. Con la llegada del cassette, el CD y finalmente el streaming, parecían destinados al simple recuerdo. Sin embargo, el vinilo ha experimentado una revitalización y un resurgir sin precedentes, pues tan solo en Estados Unidos las ventas superaron los 43,6 millones de unidades en 2024, marcando no solo un nuevo récord, sino 18 años de crecimiento continuo.

Según la Recording Industry Association of America (RIAA), las ventas de vinilos superaron por primera vez desde 1987 a las de los CD, representando en 2022 el 71 % de los ingresos por formatos físicos. A nivel global, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) reportó que en 2024 el vinilo registró su décimo octavo año consecutivo de crecimiento, demostrando un aumento del 4,6 % en ventas, mientras que el resto de formatos físicos experimentaron una caída del 3,1 %.

Las generaciones más jóvenes, especialmente la Generación Z, se han convertido en los principales protagonistas de este renacer, combinando el coleccionismo de discos con un marcado espíritu nostálgico. En 2024, el vinilo vivió uno de sus picos más relevantes impulsado por artistas contemporáneos como Taylor Swift, cuyo álbum The Tortured Poets Department vendió 700.000 copias en tan solo tres días, representando el 7 % de las ventas anuales del formato entero. A su lado, Karol G y Shakira apostaron por ediciones especiales de Mañana será bonito y Las mujeres ya no lloran, con portadas renovadas, fotografías inéditas y vinilos de colores exclusivos. Sumándose a esta ola, Olivia Rodrigo presentó una versión inédita de su álbum GUTS con pistas adicionales, mientras que bandas consolidadas como Arctic Monkeys reforzaron la tendencia con ediciones limitadas que se agotaron en cuestión de horas.

El fenómeno no se limita a los estrenos más recientes. Las discográficas de artistas consagrados de otras épocas musicales también han aprovechado este nuevo auge para revivir sus clásicos y aumentar sus ventas. En 2023, el sello de José José relanzó su álbum Secretos en una edición limitada de vinilos rojos para coleccionistas, celebrando su legado musical y enamorando a melómanos de todo tipo. Un año antes, Michael Jackson conmemoró las cuatro décadas de Thriller con Thriller 40, que incluyó demos exclusivos y discos de colección, consolidando al formato no solo como una transformación de la industria musical, sino también como un puente entre generaciones y sus gustos.

En América Latina, donde el formato ha encontrado un nuevo impulso entre coleccionistas y aficionados de todas las edades, el mercado sigue siendo reducido a nichos específicos comparado con otros lugares del mundo. Aun así, el interés crece con la apertura de tiendas especializadas, ferias y sellos independientes que apuestan por la circulación y reivindicación del vinilo. En Colombia, especialmente en Bogotá, el fenómeno se toma las tiendas independientes y abre sus puertas para que las personas conozcan este mundo una vez más.

Alejandro, trabajador de la tienda Tango, Discos y Libros, describe este crecimiento como el resultado de una mezcla entre nostalgia y nuevas propuestas:

“El vinilo es una de las formas más puras de escuchar música; en decibeles, suena mucho mejor que lo digital. Este año hemos vendido desde clásicos como Soda Stereo y Pink Floyd hasta artistas contemporáneos como Lady Gaga, Shakira y Taylor Swift. Es muy bonito ver que tanto los clásicos como los nuevos están en auge, y que la gente aprenda lo que significa reproducir música en vinilo”.

Para él, parte del atractivo radica en lo tangible, en las formas en que podemos sentir la música de nuestro artista:

“Siempre lo físico tiene algo romántico; tener un CD o un vinilo se convierte en algo más que un objeto de colección”.

Con más de dos años de experiencia en el sector, asegura que 2024 fue un año especialmente dinámico, con ventas impulsadas por lanzamientos de figuras como Lady Gaga, Selena Gomez y la banda Ghost. 

“El hecho de que salgan álbumes nuevos constantemente hace que las ventas crezcan muchísimo”, concluye.

Lo palpable, lo tangible y aquello de lo que las personas pueden sentirse dueñas tiene la mayor responsabilidad en este nuevo auge. Según un análisis publicado en The Cornell Sun, el vinilo ofrece una experiencia física y ritual que el streaming o la música digitalizada no puede replicar: elegir un disco, colocarlo en el tocadiscos y dejar caer la aguja es para muchos, tan importante como la música misma. Investigaciones en psicología del consumo señalan que, poseer un objeto físico fortalece el llamado sentido de propiedad psicológica, aumentando el apego y el valor que se le otorga. 

Incluso estudios académicos como el de Blaž Remic, de la Universidad Erasmus de Róterdam, apuntan que la materialidad de la música en vinilo conecta con necesidades culturales y emocionales profundas, reafirmando la identidad de quien la posee y dándole un significado más duradero que cualquier archivo descargable; álbumes como When We All Fall Asleep, Where Do We Go? de Billie Eilish tienen ediciones que juegan con la luz y permiten a la persona interactuar con el mismo disco antes de posarlo sobre el reproductor.

Un coleccionista de vinilos del barrio La Flora, en Cali, cuenta que su interés por el formato comenzó como un gusto estético —y un poco engreído— por conseguir la edición que muy pocos tenían. Sin embargo, terminó convirtiéndose en un vínculo emocional con la música y sus artistas favoritos.

“Imagínate sostener el álbum, abrir la portada, buscar en las mangas el libro de fotografías, sacar el disco y ponerlo a girar, es una clase de proceso (...)  Mira, esto me hace sentir de una forma que Spotify no logra (…) No es solo escuchar música de Juan Gabriel o cualquier otro artista, es participar de ella mientras te sientas en tu sala y te concentras”, comenta con gran emoción.